La devastación que han dejado los
huracanes Manuel e Ingrid al azotar al país simultáneamente me han provocado
dos reflexiones. Una es la preocupación por los efectos del cambio climático
que cada vez son más recurrentes y lesivos. Y la otra es el sentimiento de
empatía que existe en la gente para ayudar a los demás cuando se encuentran en alguna
desgracia.
Cada año se
presentan las mismas noticias donde documentan que los desastres y fenómenos
naturales son los peores en mucho tiempo. En Europa cada vez son peores las
nevadas, en el país tenemos sequías e inundaciones cada vez más devastadoras.
En está ocasión, es la primera vez desde 1958 en que coincide la llegada de una
tormenta por el Pacífico con otra por el Atlántico. Y también en estos días,
pero del otro lado del mundo, se presentó un mega tifón que ha afectado Taiwán y
Filipinas. Esto sin duda es un reflejo de los cambios en la naturaleza que
están sucediendo a causa de la contaminación y la degradación ambiental
provocada por el hombre.
Además, estos
no son los únicos retos con los que actualmente se tiene que enfrentar la
humanidad. Nos encontramos en momentos críticos donde no se ha podido acabar
con la pobreza y las epidemias en el mundo, y donde la desigualdad ha
aumentado, tanto dentro de ciudades como entre ellas, así como entre países. Al
mismo tiempo, la sociedad se encuentra inmersa en una dinámica donde se consume
más por aspiración que por necesidad y la economía supone de forma irreal que
hay suficientes recursos para mantener un crecimiento ilimitado (ver /Autonomía74).
Por otro lado,
este desastre ha permitido ver otra cara del ser humano. En momentos como este
se demuestra que la gente puede unirse y ponerse en la posición del otro para
ayudarlo y comprenderlo. Muchas organizaciones no gubernamentales,
instituciones públicas y empresas; se han unido para reunir víveres y apoyar a
las comunidades más afectadas. Por su parte, Aeroméxico e Interjet
proporcionaron vuelos gratuitos para rescatar a turistas que se encontraban en
las zonas de desastre.
No obstante,
gran parte de los mexicanos han estado acostumbrados a que el gobierno resuelva
todos los problemas que tienen aun cuando no sea su facultad hacerlo. Esto es
una costumbre que se ha mantenido pues, antes de la transición democrática, es
decir, cuando el PRI era el partido hegemónico y ostentaba la mayoría de los
puestos públicos, para resolver algún problema (público e incluso privado)
tenía que ser exclusivamente a través del partido o con el favor de conocidos o
amigos dentro de él.
A partir de
los años noventa el país ha seguido un proceso de democratización donde cada
vez los ciudadanos y la sociedad organizada, así como otros actores, tienen un
mayor peso e influencia para resolver los problemas públicos. Esto se ha dado
en conjunto con un acelerado avance de la tecnología que se ha convertido en
una herramienta esencial para detonar movimientos sociales que logran cambios
en la sociedad. Estos métodos y medios interactivos de participación aseguran
que la voz de cada persona sea escuchada y sienta un dialogo social que permite
enriquecer y mejorar las políticas públicas y las acciones sociales.
Es así que nos
encontramos en un momento crucial en la historia, pues tenemos problemas que
nunca se habían presentado o con la misma magnitud, pero asimismo,
la solución está en nosotros y es más fuerte como nunca antes. Cada vez hay más
casos donde el gobierno, la iniciativa privada, organizaciones sociales y la
ciudadanía en general se unen y logran grandes transformaciones sociales,
económicas y ambientales.
Es un punto de
inflexión en la historia de la humanidad para cambiar de desesperación a
esperanza, ambición a compasión, empobrecimiento a empoderamiento. Es un
momento crítico pero con una gran oportunidad de construir una sociedad
incluyente que permita a sus integrantes alcanzar su máximo potencial y
bienestar. Sin embargo, para ello se requiere nuevos sistemas, políticas e
instituciones; pero no sólo eso, un cambio efectivo se logra con una
transformación de la conciencia individual y del comportamiento y cultura
colectiva.
¿Qué si en realidad estos son los tiempos y que de hecho
nosotros somos las personas indicadas para detonar un cambio social?